lunes, 23 de noviembre de 2015

¿Habéis tenido alguna vez esa sensación de sufrir por amor?
Lo sé, sientes como que te come poco a poco por dentro. Yo no lo soporto.. manos temblorosas, hiperventilación y esa angustia que te encoje el corazón.
Hay distintas formas de sufrir por amor, puede ser por una relación dañina, una relación acabada o puede ser por el miedo de una persona en esa relación. Yo voy a centrarme más en la última.
En mi caso, creo que todo va muy bien, pero tengo una debilidad enorme, mi miedo. Llega un punto en que él me controla a mi, por mucho que intente confiar, pensar que todo va bien, caigo en las garras de algo que me domina.
¿Os ha pasado algo así? Me convierto en un mar de lágrimas y de nervios. Empiezo a verlo todo profundamente oscuro y hasta yo mismo dejo que ser importante. Tengo la sensación de hundirme poco a poco, como si te fueras ahogando muy despacio y sintieras como tu respiración cada vez es menos abundante.
En esos momentos el temblor ya se ha pasado a todo el cuerpo y llega hasta cada milímetro que haya. Soy esclava de un sentimiento que no puedo evitar y que no quiero tener.
La respiración es tan tan abundante que casi comienza a asfixiarme, intento inspirar y espirar de forma controlada y relajada. No puedo. Me asfixio. Es entonces cuando me doy cuenta que no soy capaz de pasar ese momento sola, necesito a alguien que me ayude, te necesito a ti.
Ahora el gran problema es saber que necesito y no tenerlo, lo que me hace estar más angustiada aún. Pum, ataque de ansiedad, ya siento taquicardias, me tiro al suelo y lloro descompuesta.
Pienso que ni que fuera esto el fin del mundo. Recapacito por un momento e intento tranquilizarme. Lo consigo. Ya han pasado unos segundos, parece ir mejor.
De nuevo pienso que por que estaba así.. vuelve la hiperventilación, ya ni siquiera me mantengo en pie, el temblor en las manos no me deja ni tocarme la cara agusto. Pienso en qué hacer. Y se me ocurre, voy a escribir, voy a soltar una parte de mi en este "folio", por si alguna vez alguien como yo necesita que la entiendan.

viernes, 6 de febrero de 2015


Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí. 

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño. 

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. 

Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?
Le envié mensajeros
con gardenias, bombones
libros de poemas; telegramas
diciéndole: te quiero,
y todos los domingos, cuando se despertaba,
hice sonar su disco favorito.
Yo creí muy romántico ocultar mi remite,
y que el desinterés una fórmula fuera
de amar refinadísima 

–y quizá, dado el caso, la única posible–.
¡Qué pérdida de tiempo!
Alguien con él comparte
mis ramos, mis pasteles y mis rimas,
y no me extrañaría –puesto que son anónimos–
que encima se jactara de elegir mis envíos
pagarlos.
Ahora cada domingo,
me sé de sobra cuándo se despiertan
y no pongo la música.
Bajo a la portería, pulso el timbre
y no paro hasta que los interrumpo.
   ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas 
en mi pupila tu pupila azul.
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? 
Poesía... eres tú.

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de versos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:~
~Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno.~

martes, 6 de enero de 2015

La verdad, no te cambio ni por nadie ni por nada. He de reconocer que me has llegado muy fuerte. Jamás nadie me ha dado todo lo que consigues darme, a mi, que me considero exigente. Me doy cuenta de que hasta los defectos graves pueden ser tonterías que puedo solucionar, nada parece imposible a tu lado.
No sabía que era tener a alguien que te llena, y además de eso, te sorprende.
Siento algo tan verdadero y grande, que deseo que no acabe nunca. No tengo palabras suficientes para expresar como es este sentimiento, de lo que sí estoy segura es de que cada vez es más verdadero, más como yo le quiero.

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